Un experimento educativo

Hace unos meses me avisaron desde Trama editorial de que un profesor universitario, Víctor Meliá, había encargado varios ejemplares de «Te voy a hacer una autocrítica» para usarlo como material de base para un trabajo creativo en sus clases de Grado en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto de la Universidad Jaume I de Castellón.

Como a nuestro rey emérito, la noticia me llenó de «orgullo y satisfacción» por razones comprensibles. Pero había alguna razón más.

Durante algunos años fui profesor de Lengua Española y conozco el valor pedagógico de los diccionarios: aprender a pensar sobre el significado de las palabras es el paso inevitable para aprender a reflexionar, aunque sea modestamente, por cuenta propia. En una sociedad infantilizada en donde hay individuos que escriben a la Real Academia con la pretensión de que modifiquen el significado de las palabras, que hubiera alguien que entendiera en qué consistía el juego y creyera que el libro podía ser útil para hacer pensar y estimular la creación, daba a su escritura un sentido que, por mi parte, nunca había tenido: yo sólo lo escribí para reírme un poco.

Me decía Víctor Meliá que dentro del temario de una de sus asignaturas, habían «trabajado temas como la retórica y la poesía visual, o la relación entre el diseño y el humor, la ironía, etc.» y que el libro les podría servir a sus alumnos para «ver el mundo de otra manera, pensar, divagar o imaginar nuevas situaciones». ¡Cómo hubiera disfrutado en esas clases!

Pero hay otra razón aún mejor. El profesor Meliá me acababa de poner de nuevo en contacto con los alumnos y os juro por estas que no hay nada más estimulante que la enseñanza creativa (dejando aparte, claro, la explosión controlada de edificios).

El profesor Meliá ha tenido la gentileza de enviarme algunos de los trabajos de sus alumnos y estoy francamente sorprendido. Esta gente son auténticos artistas. Les he pedido permiso para compartir sus trabajos. Lo único que lamento es no haberlos tenido antes en mis manos, porque hubieran sido excelentes portadas e ilustraciones y podría haber incorporado alguna de sus jugosas glosas y comentarios.

Ha sido un auténtico honor, amigos. Muchas gracias a todos.

 

Carlos Martínez

Alba Puerta

Vicente Orts

Ricardo Garré

Laura Delgado

amor. Trastorno temporal de los sentidos que provoca alucinación sensorial, suspende el juicio y produce un sentimiento de afecto desmedido entre individuos extraños. Para los observadores ajenos es un fenómeno tan fascinante como la aurora boreal o una lluvia de estrellas. Nueve de cada diez veces se cura con un baño de realidad en forma de calzoncillos sucios, loción desmaquillante o conversación. Los casos graves se tratan con matrimonio. Produce extrañas reacciones paranormales entre los afectados, como la propensión al bolero, al color rosa, a la contemplación arrobada de retratos y a la ilustración con corazones. Si la afección es muy grave no tiene cura y conduce a la muerte con resultado de tumba compartida.

introspección. Observación interior de las motivaciones de un genio que revela el mecanismo de un idiota.

sentimiento. Perturbación anímica que confunde la percepción, anula el instinto y suspende la razón y el juicio. Dados sus efectos narcóticos, conviene experimentar los sentimientos en pequeñas dosis. [Nota: El orgasmo no es un sentimiento.]

vergüenza. Turbación producida por llevar la bragueta abierta, especialmente la mental.

yoga. Disciplina gimnástica para el vaciamiento del yo mediante el control de la respiración y la ejecución de posturas insólitas. Frente a otros métodos de vaciamiento del yo por medio del esfuerzo físico, como el deporte o el trabajo en la zanja, tiene la ventaja de que no cansa y de que sus practicantes adornan y aportan exotismo a los amaneceres y a los parques.

Judit Andreu

(Aquí el PDF con su crítica completa)