Guilhem de Cabestanh

«Hasta que Guilhem de Cabestanh quedó inmóvil
y los pájaros enmudecieron de súbito».

MANUEL MÚJICA LAÍNEZ, El unicornio.

GUILHEM de Cabestanh, sobre tus labios yertos
deposito este beso fugaz como una sombra.
Loor a los poetas que murieron de amor.

En el lecho abrazaste su cintura desnuda,
sobre sedas ardieron esponsales adúlteros.
Loor a los poetas que murieron de amor.

La oscuridad del aire rasgó la daga dura,
en tu torso cuajaron diez rosas inclementes.
Loor a los poetas que murieron de amor.

El celoso puñal seccionó tus entrañas.
Sirvió tu corazón de incógnito alimento.
Loor a los poetas que murieron de amor.

Qué dulzura sus labios tristemente encendidos,
tu corazón partido los besó nuevamente.
Loor a los poetas que murieron de amor.

Ella murió de horror (¡que el Cielo la recoja!).
Bajo losas dispares vuestros cuerpos se abrazan.
Loor a los poetas que murieron de amor.